Volvemos a seguirle el rastro a las palabras que han ido dando nombre a los instrumentos más variados a lo largo y ancho del mundo y del tiempo. El nombre de la gaita procede de la palabra gótica para referirse a las cabras y, efectivamente, muchos de los instrumentos que conservan esa denominación u otras parecidas siguen constando de odres o fuelles de piel, como las gaitas que escuchamos de Galicia, Asturias, Cantabria, Aragón, Zamora o la gaide serbia. Otros ya se han desnudado de esas pieles y son instrumentos del tipo de las flautas, los clarinetes o los oboes, como en los ejemplos que suenan de la gaita y el tamboril de tierras de Salamanca; la gaita gastoreña, de Huelva, o las gaitas, algaitas o algueitas que nos encontramos en norte y el oeste de África, como las de los pueblos amazig, fulani y hausa. Seguiremos con más gaitas en nuestra próxima edición.
Imagen: Bokan Stanković