Retomamos nuestra guadianesca serie Tañendo palabras, en la que solemos embarcarnos en un viaje espaciotemporal para seguir la pista de los nombres de los instrumentos, de cómo estos han viajado por el mundo, han ido tomando diversas formas e incluso han servido para designar instrumentos bien diferentes. Partimos de la pandura de los tiempos clásicos, de la cual escuchamos una recreación a cargo del colectivo Synaulia.
Viajamos después al Cáucaso, con ejemplos del pandur, pondur o tamur pondur del pueblo avar, en el Daguestán, tañido por Mutay Jaduláev y en edición discográfica de PAN Records. Suena después el panduri georgiano, en manos de Lela Tataraidze (grabación: Michael Church; edición: Topic Records), y el dala-fandir (laúd) junto con el jisin-fandir (viola) de los osetios, en interpretación del grupo Kona (autoedición).
Escuchamos también una grabación histórica (1930) del sello Columbia de bandura ucraniana, a cargo de Wasyl Emetz, y seguimos en España al son de la bandurria, en las grabaciones que Alan Lomax hizo en 1952, de las que escuchamos una preciosa miniatura de Ángel Barrios Fernández, en Granada, y a la cuadrilla de Pascua Mayordomía de Sangonera, en Murcia. Suena también, desde Asturias, otro tipo de bandurria: de cuerda frotada, en este caso, y semejante a lo que en otras tierras se conoce como rabel. La tañe Daniel García de la Cuesta, en una edición de Discos L’Aguañaz.
Continuamos con otro instrumento cuyo nombre también deriva de esa raíz común: la mandolina. La escuchamos en una versión próxima a sus orígenes (lo que hoy llamamos mandolina barroca) en el «allegro» del Concierto para mandolina en do mayor, RV 425, de Vivaldi, en interpretación de Il Giardino Armonico y edición de Teldec Classics. También suena la adaptación de este instrumento, la mandolina, a la música clásica indostánica del norte de la India, en manos del maestro Snehasish Mozumber, en un álbum editado por la división Latitudes del sello Music of the World.
Imagen: Dala-fandir del Daguestán